sábado, 14 de mayo de 2011

DEALING WITH CREATIVITY

Hoy me apetece compartir con vosotros algunas de mis ideas acerca de la creatividad. Hoy en día es una palabra que todo el mundo utiliza, pero que conlleva actitudes que poco se practican. Por otra parte, ser denominado ‘’creativo’’, sobre todo en el ámbito empresarial, lleva por lo general asociado una falta de rigor en los resultados, que más que beneficiar, perjudica a aquellos que lo son o que intentan defender sus argumentos o procedimientos con el arma de la creatividad.

Mi primer enfrentamiento profesional con el proceso creativo tuvo lugar el día que me senté delante del papel en blanco para alumbrar mi primer proyecto. Ese momento es crítico para todos los estudiantes de arquitectura, quieres crear, pero pasa lo mismo que con la famosa frase de ‘’no pienses en osos blancos’’, cuando invocas a las creatividad ordenándote crear, normalmente consigues justo lo contrario, es decir, seguir en blanco.

Mi forma de salvar la crisis del papel en blanco tiene que ver con mi manera de entender la creación de valor. En primer lugar, entiendo la creatividad como un estado mental a un nivel de concentración y de receptividad superior en el que se construyen relaciones innovadoras dentro de un sistema. Hay diferentes formas de conectar el interruptor de la creatividad, yo os cuento una que a mi me funciona.

A la hora de desarrollar un proyecto creativo concreto pueden darse dos situaciones, que tengamos un enunciado o tema sobre el que trabajar, o que incluso el tema sea parte del trabajo personal a realizar.

Supongamos que nos encontramos en el primer caso. Yo trabajaría en primer lugar desmenuzando todos y cada uno de los factores objetivos que condicionan el proyecto, enumerándolos, analizándolos, agrupándolos, en definitiva, ejercitando la mente y conociendo a fondo las premisas de mi proyecto. Hasta ahí no hay creatividad, sólo administración.

Una vez dominado el objeto del proyecto, hay que llamar a la inspiración y para mí es muy importante entonces recurrir a mi álbum de impactos, una especie de inductores de la creatividad, es decir, a todo aquello que me ha llamado la atención, que me ha conmovido, que me ha hecho pensar. De algún modo todos los datos de mi proyecto están programados en mi cabeza y al activar mi mente con recursos seleccionados encuentro muchas veces el nuevo mapa de relaciones del proyecto. Este proceso no es lineal, hay muchas idas y venidas, y se retroalimenta. Por supuesto el resultado siempre es objetivo, medible y riguroso en el cumplimiento de los objetivos del proyecto, en definitiva, en su calidad. Y lo más importante, el discurso es coherente, sólido y al mismo tiempo innovador.

Si el tema es libre, el proceso es prácticamente el mismo, con la ventaja de investigar en la línea que más te seduzca. En cada proceso creativo finalizado con éxito se adquieren más habilidades y más facilidad en la creación de vínculos de valor. Y digo con éxito porque lo contario en sólo divagar.

Y después está como no, el oficio. Cuando las condiciones externas no son propicias para desarrollar las competencias creativas, o las tareas a realizar no lo requieren, ahí está la experiencia y el saber hacer para resolver los problemas.

Los procesos creativos son fundamentales en la gestión del cambio y en la implementación de soluciones estratégicas. Profesionales capaces de innovar en la identificación de los nodos y revelar el ‘story line’ que más valor aporte a la organización son los que cualquier empresa necesita para evolucionar hacia la excelencia.

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